Las ganas de verte y besarte me sobran, la añoranza es un arma de doble filo. Suavemente atraviesa mi piel, frío el acero se incrusta en el corazón y con cada bombeo el calor crece y da pasó a los recuerdos. Cada latido es un paso hacía el último, dulce y catastrófico final.
Nada puede salvarme excepto quizá tu boca, tu respiración, tus manos en mi pecho sacando esa cuchilla que tan fácil clavaste en mi.
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