miércoles, 27 de marzo de 2019

Mi destino no lo conozco, no es aquello que yo creo, es algo indescifrable para mi. Solo una cosa se con certeza y es que mis raíces forman parte de el, por mi corre una energía primigenia, conectada con la tierra, con la sal que se pega a mi piel mirando el mar, con la influencia que tiene la Luna en mi palpitar.
Negar esa atracción, alejarme de ella, hace que  mis pasos se tuerzan, pierda mi camino. Necesito encontrar esa paz que me da el olor a lluvia, esa liberación que encuentro en el rugido del mar que tanto acelera mi corazón. Busco en mi mente el olor de los arboles, aquellos vigilantes eternos que vieron a mis ancestros bailar bajo la Luna, que vieron celebrar los equinoccios, que los vieron ser unos con el universo.
Negar mi naturaleza salvaje es contradecir mi destino, negar mis raíces es olvidar mi conexión con el pasado, es negarme a mi misma.
Debo entregarme al destino, no luchar mas con el, dejar de insistir en ser de una forma que no soy.
Soy esa conexión entre dos mundos, soy parte de la Luna, una fuerza incontrolable. No puedo permitirme olvidar, no puedo retener aquello que no es parte de mi destino, tengo que romper las barreras que me retienen. Quiero respirar mi libertad, correr con el corazón y escalar mi destino,  quiero llegar a la cima, superar cada ola en la tormenta.
Quiero ser la tormenta, la lluvia y el cálido amanecer.

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